«Hoy avanza la cruz, la creación exulta; la cruz, camino de
los descarriados, esperanza de los cristianos, predicación de los apóstoles,
seguridad del universo, fundamento de la Iglesia, fuente para los sedientos...
En una gran dulzura, Jesús es conducido a la pasión: es conducido al juicio de
Pilato; a la hora sexta es flagelado; hasta la hora nona soporta los dolores de
los clavos. Luego, la muerte pone fin a su Pasión. A la hora doce, es bajado de
la cruz; parece un león dormido.»
«Durante el juicio,
la sabiduría se calla y la Palabra no dice nada. Sus enemigos lo desprecian y
lo crucifican... Aquellos, a quienes ayer, Él había dado su cuerpo como
alimento, lo miran de lejos. Pedro, el primero de los apóstoles, huyó el
primero. Andrés también se largó, y Juan, que descansaba sobre el pecho del
Señor no impidió que un soldado le traspasara el costado con una lanza. Los
doce han desaparecido; no han dicho ni palabra a favor de Jesús, ellos, por los
que él dio su vida. Lázaro no está allí, él que fue rescatado de la muerte. El
ciego no ha llorado a aquel que le abrió sus ojos a la luz, y el cojo que puede
caminar gracias a él, no ha corrido tras Jesús.»
«Sólo un bandido,
crucificado con él, lo confiesa y lo llama su rey. ¡Oh, ladrón, primicia de la
cruz, primer fruto del árbol de Gólgota...! El Señor reina, la creación está
llena de gozo. La cruz triunfa y todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos
(Ap 7,9) vienen a adorar...en una sola Iglesia, una sola fe, un solo bautismo
en la caridad. La cruz se levanta en el centro del mundo, fijada sobre el
calvario.»
Homilía atribuida a San Efrén, doctor de la Iglesia (siglo IV)