"Nosotros
hemos visto con alegría, mis hermanos, levantarse el día de Pentecostés, donde la Santa Iglesia resplandece a los ojos de los fieles y sus
corazones inflamarse. Nosotros celebramos en este tiempo a Nuestro Señor
Jesucristo, en su Resurrección y la gloria de su Ascensión, el envío del
Espíritu Santo..."
"Este soplo purifica los corazones de su mancha
carnal; este fuego consume la vieja codicia; estas lenguas que hablarán los
Apóstoles colmados del Espíritu Santo, prefigurarán la difusión de la Iglesia
en lenguas por todas las naciones. Así
del mismo modo que después del diluvio la impiedad de los hombre edifica una
torre alta contra el Señor, cuando el género humano merece ser dividido en
lenguas diversas, sí bien cada nación hablaría en su propia lengua sin ser
comprendida por las otras naciones (Gn 11), así la humilde piedad de los
creyentes lleva hacia la Iglesia la diversidad de estas lenguas. Así como la
discordia que estaba dispersa la caridad la reúne y los miembros dispersos del
único género humano serán religados entre ellos con Cristo, el único Señor, y serán recreados por el fuego
del amor en la unidad de este
cuerpo santo."
"Hermanos míos, miembros del cuerpo de Cristo,
semillas de unidad, niños de paz, transcurrid este día en la alegría,
celebradlo en la seguridad. Pues lo que estaba anunciado en estos días en que
el Espíritu Santo tendría que venir, es lo que se ha cumplido en vosotros. Cada
uno de los que reciba el Espíritu Santo hablará el solo todas las lenguas. Es
que hoy la unidad misma habla todas las lenguas
en todas las naciones, esta unidad en la que poseéis el Espíritu Santo,
vosotros no seréis separados por ningún cisma de la Iglesia de Cristo, ella que
habla todas las lenguas."
San Agustín (Sermón 271)