sábado, 1 de agosto de 2015

Leer el Libro de Dios: Cuidar nuestra Casa

Autor: Padre José Martínez Colin

1) Para saber

Dios ha escrito un libro precioso, dice el Papa Francisco, cuyas letras son la multitud de criaturas presentes en el universo. A nosotros nos corresponde saber leer ese libro, es decir, admirar, maravillarnos y agradecerle a Dios nuestro mundo, la casa común.

Desde los panoramas más amplios a la forma de vida más ínfima, toda la naturaleza es un continuo manantial de maravilla.


Por el mundo podemos pasar mirando en sentido amplio, sin fijarnos en lo que nos rodea. Cuántas veces habremos llegado a nuestro destino sin fijarnos en el cielo, el canto de los pájaros, el sol o las estrellas, los niños, y un largo etcétera. Significa que nos falta saber contemplar la creación.

Hay que percibir a cada criatura cantando el himno de su existencia y, así, vivir gozosamente en el amor de Dios y en la esperanza.


2) Para pensar

Si contemplamos lo creado descubriremos a través de cada cosa alguna enseñanza que Dios nos quiere transmitir, porque «para el creyente contemplar lo creado es también escuchar un mensaje, oír una voz paradójica y silenciosa».

Además de la Revelación propiamente dicha, contenida en la Sagrada Escritura y la Tradición, se da otra manifestación divina en la creación: cuando brilla el sol y cuando cae la noche. Cuando tomamos conciencia del reflejo de Dios que hay en todo lo que existe, el corazón experimenta el deseo de adorar al Señor junto con ellas. Así lo plasmó san Francisco de Asís en su precioso himno:

«Alabado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor, de ti,
Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas, y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire, y la nube y el cielo sereno, y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy humilde, y preciosa y casta.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello, y alegre y vigoroso, y fuerte» .


3) Para vivir

Santo Tomás de Aquino, dice el Papa, explica sabiamente por qué hay una gran multiplicidad y variedad en la naturaleza: Puesto que una sola criatura no puede representar toda la bondad divina, era conveniente que fuera distribuida dicha bondad en muchos seres. De modo que lo que falta a uno fuera suplido por las otras.

Se entiende mejor la importancia y el sentido de cualquier criatura si se la contempla en el conjunto del proyecto de Dios: «El sol y la luna, el cedro y la florecilla, el águila y el gorrión, las innumerables diversidades y desigualdades significan que ninguna criatura se basta a sí misma, que no existen sino en dependencia unas de otras, para complementarse y servirse mutuamente».

La ecología ha de tomar en cuenta que cada criatura hace referencia a su Creador. Sabiendo que las cosas de este mundo no poseen la plenitud de Dios. De otro modo, tampoco haríamos un bien a las criaturas, porque no reconoceríamos su propio y verdadero lugar, y terminaríamos exigiéndoles indebidamente lo que en su pequeñez no nos pueden dar.